El día 17 de mayo es el día de Internet. El Internet, o la Internet; nadie lo sabe. Pero es el invento que cambió nuestras vidas para siempre. 

Un conjunto de redes de comunicación interconectadas por una lógica única de alcance mundial gracias a la cual hoy podéis recibir este mensaje en vuestro ordenador, móvil o tablet y leerlo cuando queráis. A menudo se confunde con el World Wide Web, pero Internet incluye también el correo electrónico, la transmisión de archivos, chats, videollamadas, telefonía, televisión y juegos on line, el acceso remoto a otros dispositivos… todo aquello que ha permitido, en la práctica, conectar el mundo entero. No podríamos entender la globalización sin Internet y es la tecnología que está permanentemente cambiando nuestras industrias tal y como las conocíamos hasta el S.XX, empezando por la comunicación y pasando por el comercio, el ocio, las finanzas e incluso la política.

Mucho se ha hablado en los últimos años sobre las bondades y las amenazas de esta hiperconectividad sin límites que nos ofrece Internet. Como toda novedad, el invento tiene su cara y su cruz, pero hoy vamos a valorar la cara. Hemos sido conscientes de la calidad de vida que hemos disfrutado durante el confinamiento gracias a la red. La conexión a internet en los hogares ha sido casi más decisiva para sobrellevar el aislamiento que el acceso a luz y agua caliente. Hemos hablado a diario con familiares y amigos, hemos hecho clases de yoga, hemos teletrabajado, hemos seguido la formación a distancia, recetas y manualidades, hemos visto todas las series y películas que teníamos pendientes, hemos jugado en línea… Sin duda un confinamiento sin Internet hubiera sido mucho más difícil.

Las tres Universidades de California que un día decidieron conectar sus computadoras a distancia hicieron algo Muy Bien. Tan bien como para abrir las fronteras del conocimiento y la conectividad para siempre, y por eso queremos darles hoy nuestro reconocimiento.