El 9 de mayo se conmemora la Declaración Schuman de 1950, considerada la semilla de la primera Unión Europea cuando, tal día como hoy, el ministro francés de exteriores Robert Schuman dio el primer paso para la integración de los estados europeos.
La propuesta se limitaba a la creación de una administración conjunta para las industrias del carbón y el acero de la entonces República Federal Alemana y Francia. Lo importante de esta Declaración Schuman es que se produjo cinco años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, por lo que la idea de someter las dos producciones de la industria armamentística a una única autoridad buscaba sobretodo la estabilidad en el continente.
Setenta años después, la Unión Europea busca su papel en la resolución de la crisis del Covid-19. Todos miran a China y a Estados Unidos, en un escenario geopolítico cada vez más polarizado. Y Europa, en medio, con una posición estratégica y un pasado glorioso, no ha sabido revalidar su posición en el campo de juego internacional.
Sin embargo, esta crisis cambiará las reglas del juego. Es una gran oportunidad para reinventarse y volver a definir qué queremos que sea Europa. Podemos ser el ejemplo del auténtico bienestar, aprendiendo a mirar más allá del éxito económico, político o tecnológico. El éxito de una sociedad sana, que aspira a estar Muy Bien, no por una mayor posesión de bienes, sino por entender cuales son los bienes que de verdad importan.
Hoy, celebremos el Día de Europa con la ilusión de hacer de esta unión una realidad; más equilibrada, diversa y generosa, capaz de reinventar un futuro que esté realmente bien. Por una Europa que esté Muy Bien.